“Pase, pase”, le dijo la enfermera.
Atravesaron un largo pasillo, hasta llegar a una puerta con una ventanilla a la altura de los ojos, desde donde se veía la habitación.
“Está bien, estabilizado y tranquuilo, durmiendo”, explicó.
Era el mismo de siempre, aún con la máscara de oxígeno mantenía esa expresión serena, incluso con los ojos cerrados parecía sonreír y generar sosiego y seguridad.
“Está bien, en un par de días, saldrá como nuevo”, le dijo la enfermera, como queriendo acabar ese ya prolongado tiempo de contemplación en silencio. “Bueno, al menos, hasta la siguiente crisis…”.
Y abandonó el hospital, y entró en el coche, y su joven y alto acompañante arrancó con rapidez, sin preguntar nada, mientras sonaba, a todo volumen, ese tema de “Anatomía de Grey”.
domingo, 30 de noviembre de 2008
Otra despedida, con Anatomía de Grey
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4 comentarios:
Odio las despedidas...
la vida es una continua despedida
Pues entonces odio la vida
es como es, como todo, sin más, no va a cambiar, disfrutemos al máximo del conocimiento de su bipolaridad y de sus magnífica s e irrepetibles cosas bellas...que nos dan la vida, malgrè l,eglise.
PD.¿quién es el enfermo? ¿pareja,amante,ex-amante,ex-pareja,padre,padre del chófer, cura?
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