martes, 14 de octubre de 2008

El adiós sin adiós

¡Por fin! Allí estaba, por fin en su casa, a punto de entrar en su dormitorio, mientras ella se duchaba. Había costado mucho. Y, en un minuto, la reina de la noche, la castigadora, la autosuficiente e independiente, iba a ser suya. Del desprecio y la indiferencia, a la curiosidad; de la curiosidad, a los primeros acercamientos; de ahí, a fugaces encuentros, que luego lo fueron menos, y a esas despedidas en el portal…Realmente, fue una muy dura conquista, la más difícil recordada, y no fueron pocas, es la verdad.

Ahora, mientras paladeaba el whisky, de malta y dos cubitos, por supuesto, con el sonido del agua al fondo, amortiguado por la puerta cerrada, disfrutaba del momento que iba, por fin, a llegar. Quien sabe si por más buscado más lo deseaba. Colgó la americana, y de su bolsillo cogió en la rosa roja que él mismo había cortado para la ocasión, acariciando el Davidoff que pensaba fumar después. La dejó entre las sábanas, antes de estudiar el territorio, como costumbre y para calmar la impaciencia.
Y entre figuritas y cuadros típicos de tiendas de decoración de estudiantes, se detuvo en un marco pequeño, de madera pintada de rojo, que contenía un texto, con hermosa caligrafía, que se paró a leer y que decía…

DECÁLOGO PARA TI

1. Nunca nada te pedí, y por tanto nunca nada jamás te reprocharé.
2. Nos veremos solamente cuando tú quieras, preferiblemente sólo cuando lo desees mucho. Siempre estaré donde quiera que estés.
3. Nunca olvides que siempre puedes confiar en mí, es mi compromiso.
4. Tú tienes que ser siempre tú, tú misma, sin cambiar ni ceder ni domesticarte, por nada ni por nadie.
5. Eres joven, y tienes que vivir la vida a chorros, y en libertad, para recuperar el tiempo perdido y para crecer, conocerte, amarte y amar.
6. Mi objetivo sólo pasa por tu felicidad, es la prioridad. Sí tú eres feliz, yo soy feliz; si no eres completamente feliz, nada tiene sentido.
7. La felicidad de los demás, sólo depende de ellos; nunca lo olvides ni dejes que te confundan ni amortigüen tu intuición.
8. Nunca aceptes ser segundo plato o recambio de nada, tu estrella brilla sola siempre, con intensidad esplendorosa. Poderte conocer es un regalo único e imperecedero.
9. Acompáñate siempre de quien, además de quererte, sienta, en cada minuto, orgullo y confianza por ti, como tú de él.
10. Y, sobre todo, no lo olvides nunca, el tiempo es sabio, pone luz a las tinieblas y confusiones, y coloca, armonioso, siempre todo en su sitio.

Imposible describir su cara tras la lectura. Sólo un pequeño gesto, muy expresivo, como apesumbrado por una imposible realidad, antes de recoger la rosa, ponerse la americana y salir, para no volver, cerrando la puerta con el mayor de los cuidados, con un ruido imperceptible, menos incluso con el sonido del agua en la ducha.

No hay comentarios: