jueves, 10 de julio de 2008

El Reflejo


Cuando murió Narciso las flores de los campos quedaron desoladas y solicitaron al río gotas de agua para llorarlo.
-¡Oh! -les respondió el río- aun cuando todas mis gotas de agua se convirtieran en lágrimas, no tendría suficientes para llorar yo mismo a Narciso: yo lo amaba.
-¡Oh! -prosiguieron las flores de los campos- ¿cómo no ibas a amar a Narciso? Era hermoso.
-¿Era hermoso? -preguntó el río.
-¿Y quién mejor que tú para saberlo? -dijeron las flores-. Todos los días se inclinaba sobre tu ribazo, contemplaba en tus aguas su belleza...
-Si yo lo amaba -respondió el río- es porque, cuando se inclinaba sobre mí, veía yo en sus ojos el reflejo de mis aguas.


Oscar Wilde.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como amor se esconden tantas formas de egoísmo!:

- Las parejas, matrimonios, consolidados, formales, reconocidos socialmente, pero meras UTEs de intereses individuales.

- Los plusmarcas, los que persiguen insaciablemente sus conquistas, simplemente como refuerzo de su autoestima, sin que el amor jamás llegue a consumarse (Juan Tenorio, drácula),

- Y, el caso, aquéllos que piensan, como el río, que amar es sólo desear ser amado, y recibir amor, al modo platónico, sin entrega.

También se han dado casos puntuales de enamoramiento, pero son tan raros y perseguidos por los modelos anteriores, que no están documentados.

RequetePa dijo...

Muy buen comentario!! de verdad...Me he quedado pensando un buen rato en cuanta razón tienes.
Cuando publiqué este pequeño relato pensaba en el egoismo del amor cuando solamente queremos vernos a nosotros mismos en la otra persona (en ocasiones intentamos hacer una copia de nosotros en el otro, moldeandolo a nuestra forma, siempre injustamente).
Soy bastante escéptica con este tema, y tu lo has descrito estupendamente. Gracias.